" Sierra de Ronda. Mi pueblo está allí, en
el
extremo levante de una vertiente meridional,
anidado
como un aguilucho sobre lo alto de un
avanzado peñón,
mirando de frente eternamente
los escarpes de África,
sobre el Estrecho,
percibiendo en su costado el alentar
del mar interior
que muge dulcemente durante los días de
calma
y que brama revolviéndolo turbio
cuando
siente su lomo azotado.
El paraje que lo circuanda es
un mundo de rocas partidas
y de gargantas hondas, de
aguas ariscas
y de grietas fértiles.
Mi
pueblo, por su casco (de este modo lo llaman
sus
habitantes), se asienta milenariamente
sobre el nido
atalaya de una alta peña de la Serranía
como un
aguilucho inmovilizado
a quien el viento sigiloso
arranca y esparce el plumaje
mirando de frente con ojos
nostálgicos más allá del Arroyo Grande,
que dijo
Abuberk, al Estrecho de Tarifa,
las rutas de piedras
afiladas como puñales
por las que fueron a la
emigración nuestros hermanos,
los desterrados moriscos.
[...]"
Municipio de la provincia de Málaga, en la comunidad autónoma de Andalucía, España. Está situado en el límite con la provincia de Cádiz, en la comarca de la Costa del Sol Occidental.
lunes, 16 de enero de 2012
viernes, 13 de enero de 2012
paisaje
Parece que la Naturaleza eligió Casares para hacer una de sus mejores
obras, destacando este municipio de la Costa del Sol por la
Biodiversidad y la variedad de paisajes. Su ubicación geográfica, a
caballo entre el Estrecho de Gibraltar, la Serranía de Ronda y la costa,
han propiciado que en este territorio confluyan hasta tres ambientes
diferentes, que forman parte de la Red Andaluza de Espacios Naturales
Protegidos.
Casares cuenta con el Paraje Natural de Sierra Bermeja, macizo montañoso cuya peculiaridad es su origen volcánico, que recibe su nombre del color rojizo (o bermejo) de las peridotitas, las rocas predominantes. Esta geología tan peculiar es la responsable de que pocas plantas sean capaces de crecer en un suelo con una composición tan dura, pero las que crecen son muy especiales, destacando los endemismos, únicos en Andalucía. Quizás esta fue la razón que llevó a ilustres botánicos de principios de siglo a explorar esta sierra y gracias a este interés, Félix Haenseler y Edmond boissier descubrieron para la ciencia en 1837 el pinsapo, un abeto endémico único en el mundo que forma bosques en la cima de Los Reales de Sierra Bermeja y El Puerto de la Mujer.
Sierra Bermeja da paso en su extremo occidental a otro tipo de ambiente de origen calizo, el macizo de Sierra Crestellina. Declarada Paraje Natural Protegido, debe su nombre a la forma de los picos de sus cimas, verdaderas crestas inaccesibles elegidas por bellas rapaces como los buitres leonados como cuartel para nidificar y establecer su hogar; un bello espectáculo que se puede contemplar desde el castillo de Casares. Se recomienda también el paseo por la ruta señalizada que atraviesa los bosques de esta sierra, asciende hasta su refugio de montaña y baja luego hasta el pueblo.
Entre las sierras bermeja y Crestellina existe una valiosa frontera natural, en la que se unen las rocas calizas y peridotitas de ambos macizos, dando lugar a una zona especialmente rica: el Monte del Duque, poblado de frondosos bosques de encinas, alcornoques y quejigos, que forma parte de la Red Natura 2000, ya que está calificado como Lugar de Interés Comunitario por la calidad de su biodiversidad.
No estaría completo este recorrido por la naturaleza casareña sin una visita al Canuto de Utrera, réplica espectacular del Torcal de Antequera, lugar emergido de las profundidades del océano formado por un laberinto de relieve kárstico en el que habita una de las especies mas amenazadas del mediterráneo, el águila perdicera; o sin admirar una de sus verdaderas joyas, el río Genal y su valle que se asoman al Parque Natural de los Alcornocales.
Turismo
Situado sobre un abrupto macizo de roca caliza, y en lo más alto del
pueblo, se alza el conocido como Castillo de Casares.
Desde su ubicación se dominan los valles, colinas y llanuras costeras que se extienden desde la serranía de Ronda hasta la Bahía de Algeciras, teniendo enlaces ópticos con Jimena, Castellar y Gibraltar. Servía por ello de elemento de comunicación entre las ensenadas litorales de Manilva y Estepona y las fortalezas, torres y aldeas del interior, así como con la ciudad de Ronda.
Los restos que se conservan de la fortaleza, así como los resultados de las diversas excavaciones realizadas en su solar, no arrojan datos sobre asentamientos anteriores al medievo. Así, las primeras referencias a esta fortaleza son de fuentes árabes del siglo XIII, cuando, formando parte del protectorado benimerín, Casares adquirió gran importancia como una de las fortalezas situadas entre el litoral del Estrecho y la Serranía de Ronda.
El recinto amurallada tiene forma de polígono irregular con diversos entrantes y salientes provocados por los condicionantes topográficos, ya que el muro, especialmente en sus partes sur, oeste y norte, sigue el borde de un profundo barranco conocido como “la planá”. Es por ello por lo que la muralla no llega a tener gran altura, siendo en algunas partes (principalmente al borde del barranco) un simple muro quitamiedos.
El perímetro del recinto es de 770.50 metros, y su superficie alcanza los 23692 metros.
La población se ha ido extendiendo, fuera
de las murallas, sobre la ladera oriental y otros cerros cercanos,
quedando dentro del recinto la Antigua Iglesia de la Encarnación de
finales del siglo XVI (construida seguramente sobre la mezquita mayor de
la medina, alrededor de la cual se fueron construyendo las casas), el
arrabal (actual Calle Arrabal) y el cementerio. Hoy en día, además se
sitúan dentro de dicho recinto viviendas y equipamientos turísticos
(casas rurales, restaurantes, y museo de etnohistoria), ya que se trata
de una de las zonas más pintorescas y bellas del municipio, de obligada
visita.
Además de restos de la muralla, se conservan también parte de los muros y torres del Alcázar, situado en la parte más elevada de la meseta.
Con respecto a las puertas de ingreso, en el flanco se encuentra la única puerta de acceso a la fortaleza, conocida como “Arco de la Villa”. Se abre en el interior de una torre de planta cuadrada, formando un pasadizo acodado, en el que actualmente se ubica el Museo de Etnohistoria. Una segunda puerta se abre en el ángulo norte de la muralla; puerta que daba acceso al arrabal, y que es conocida como el “Arco del Arrabal”
Además de restos de la muralla, se conservan también parte de los muros y torres del Alcázar, situado en la parte más elevada de la meseta.
Con respecto a las puertas de ingreso, en el flanco se encuentra la única puerta de acceso a la fortaleza, conocida como “Arco de la Villa”. Se abre en el interior de una torre de planta cuadrada, formando un pasadizo acodado, en el que actualmente se ubica el Museo de Etnohistoria. Una segunda puerta se abre en el ángulo norte de la muralla; puerta que daba acceso al arrabal, y que es conocida como el “Arco del Arrabal”
Historia Casares
El origen
de Casares se remonta a los tiempos de los íberos y fenicios,
encontrándose en los límites de los bástulos. En el cortijo de Alechipe,
se encuentran tres aras con inscripciones, que corresponde íntegramente
a la ciudad de Lacipo, una de las más importantes del litoral
malagueño. En el año 61 a. C., Julio César, de quien se deriva el nombre
de la ciudad, utilizó los famosos baños de la Hedionda, para curarse
con sus aguas sulfurosas la enfermedad hepática que padecía. Sus
propiedades curativas se hicieron famosas en toda Roma. En 1361, fue
elegida como lugar de concentración de Pedro el Cruel y el destronado
Rey de Granada, Mohamed V, para iniciar la campaña que debía devolver el
trono al monarca granadino. Durante el levantamiento morisco contra
Felipe II en el año 1570, Casares fue el centro de las operaciones. En
la ermita de Nuestra Señora del Rosario del Campo se reunieron los
notables moriscos con el duque de Arcos y se puso fin a la revuelta. El
notario Blas Infante, iniciador del movimiento nacionalista andaluz,
nació en esta ciudad el 5 de julio de 1885. Sus peculiares callecillas,
intrincadas y escarpadas, junto a las casitas que las configuran en
pintoresca disposición, hacen que Casares tenga la denominación de
Pueblo Colgante.
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